Cuando la razón y la esencia se pierden, el camino borra las huellas recorridas; ahí, se pierde la legitimidad.
Que esto nos ocurra, como personas, resulta nefasto. Cuando le ocurre a una organización, es caótico, pues el impacto nocivo en las muchísimas personas que la componen, dependen de ella y creen en ella, trasciende exponencialmente.
Recientemente fui invitado y asistí a la Asamblea Anual Informativa de COSSEC. COSSEC es una corporación pública del Gobierno de Puerto Rico, que se creó por una ley, para que fungiera como regulador y asegurador de las cooperativas de ahorro y crédito del País, para darle seguridad al Pueblo de que sus dineros en las cooperativas están protegidos. Posteriormente, una nueva ley, le adscribió a sus responsabilidades la supervisión de las cooperativas generales, aunque a estas no las asegura. Los fondos públicos que maneja esta entidad provienen exclusivamente de aportaciones a su capital y el pago de primas del seguro de acciones y depósitos, que realizan las cooperativas de ahorro y crédito; el Gobierno no aporta dinero para su operación. Su ley orgánica obliga a COSSEC a, anualmente, realizar una asamblea informativa a la cual acuden representantes de las cooperativas aseguradas, para que estas conozcan formalmente los resultados operacionales de esta entidad y conozcan su estado financiero y su capacidad para poder afrontar cualquier reclamación al seguro de acciones y depósitos.
La Asamblea, visualmente, me resultó muy elegante; tan es así, que me remonté a las suntuosas convenciones anuales de la Cámara de Comercio. Los invitados, de seguro, en general, lo pasaron bien. De hecho, resalto con satisfacción la oportunidad de ver a muchísimos representantes de las cooperativas expresándole libremente sus preocupaciones a su propio regulador y brindándole a este sus recomendaciones sobre aquellos asuntos que las retan día a día. Por su parte, los organizadores de la Asamblea con toda probabilidad se sintieron orgullosos al ver cómo transcurría satisfactoriamente su evento. Sin embargo, durante la celebración de esta Asamblea ocurrieron algunas situaciones que me impactaron. Al analizarlas cuidadosamente, me siento obligado a descorrer lo que fue percibido por los presentes de lo que realmente las causó, para poder, desde las entrañas del asunto, intentar conocer lo que realmente motiva que ocurran estos sucesos, y las implicaciones futuras, si el camino no se define y se realizan los ajustes necesarios.
Mi profesión legal y mi formación intelectual -y, porque no, también, la cooperativista- me han impuesto una rigurosidad de criterio, que me hace analizar todo evento organizacional en cuanto a si el mismo es cónsono o no con los fines y propósitos de la entidad que los protagoniza. Y quienes me conocen, saben de mi rigurosidad analítica y de opinión cuando percibo que los actos institucionales de una organización se separan de aquellos postulados que se instituyeron como razones primarias para su existencia, por lo cual, cumplirlos no es opcional.
Entiendo que la realidad pública de COSSEC la expone a cambios administrativos seguidos, lo cual provoca que sus dirigentes cambien, conforme cambia la administración gubernamental del momento. Y muchas veces, el asunto se agudiza, pues los dirigentes que se designan no conocen e inclusive no son parte de los más de 800,000 puertorriqueños que conforman el Movimiento Cooperativista. Por lo cual, ellos y ellas desconocen de primera mano los fines y propósitos de una cooperativa y los de la propia Corporación, más están ajenos y ajenas a las fortalezas, debilidades y retos que tiene este importante sector económico del País. Esta carencia de conocimiento “de adentro” afecta la debida y asertiva toma de decisiones, para beneficio del propio modelo cooperativo y la influencia que deben protagonizar los dirigentes, sobre cada uno de los miembros del andamiaje regulador, para que estos y estas conozcan la razón de ser de una cooperativa en su pueblo o comunidad, su función dentro del Sistema Cooperativo y la interrelación de cada una de las cooperativas que conforman el Sistema, con su participación en el desarrollo socioeconómico del País. Además, todos los representantes de COSSEC tienen que cabalmente conocer los retos y las amenazas que afrontan las cooperativas para prestar sus servicios, y ellos y ellas, con su pericia técnica, tienen que servirles como protectores del Sistema Cooperativo; hacer otra tarea, es validar la ilegitimidad. Sin menospreciar las capacidades profesionales, las buenas intenciones y el celo que los administradores de COSSEC pueden tener, si no conocen las particularidades cooperativas, sus intenciones, simplemente se trastocan, y es inevitable, y resulta lamentable, y hasta un tanto delicado, ver las consecuencias. Hemos sido testigos, de tiempo en tiempo, del desfase en la eficiencia administrativa y en la capacidad de influencia que el liderato administrativo de turno tiene sobre los demás empleados de COSSEC. O sea, que todos, jefes y subalternos, se convierten en cautivos de la deficiencia del sistema, por lo cual, el desconocimiento de la idiosincrasia cooperativa reina y desenfoca los propósitos públicos del ente regulador y asegurador, y carecen las obligadas estrategias articuladas que deben existir para su sostenimiento. Desde mi punto de vista, esto es preocupante y alarmante.
Estas razones y quizás muchas otras que se me escapan, fueron las que provocaron que durante la parte protocolaria de la Asamblea, la organización anfitriona, o sea, el regulador del Movimiento Cooperativo, presentó como Himno de la Cooperación, una canción totalmente desconocida para los invitados y, obviamente, para ellos y ellas. Este lamentable incidente, indiscutiblemente, fue provocado por el desconocimiento total de la idiosincrasia cooperativa por parte de la dirección gerencial de la entidad. ¡No conocen ni tan siquiera el Himno! No existe mayor explicación; otra, menos creíble, sería la falta de diligencia en la organización per se del evento, de haber realizado una prueba de sonido, previo a comenzar la actividad. Sin embargo, no solo yo, también los que testificaron el penoso incidente están convencidos de que no fue un error causado por la falta de diligencia de cualquier organizador, pues en principio reinó la certeza de la presentación correcta y planificada de un aparente Himno de la Cooperación. A fin de cuentas, el resultado fue que quedó al descubierto la realidad de que la actual dirigencia desconoce completamente una parte de la esencia cooperativa: su Himno.
¡Sálvanos, Divina Pastora!
Así también, fui testigo cuando un delegado de una de las cooperativas reguladas y aseguradas preguntó si se decretarían dividendos a los dueños del capital, o sea, a las cooperativas, sobre las economías que tuvo COSSEC el año anterior. La respuesta que provocó la pregunta se expresó luego de una desatinada reivindicación del incidente del equivocado himno, con la presentación a destiempo del real y querido Himno de la Cooperación, y dicha respuesta fue que aún la Junta no había decidido ese asunto. La respuesta dejó a los presentes más perplejos que cuando se les presentó como himno una desconocida canción. ¡Quizás hubiera sido mejor que nos lo cantaran a capela!
El desconcierto se agudiza, pues la Corporación tiene una Junta de Directores, que inclusive, casi la mitad de sus miembros son representantes de las cooperativas, y todos sus componentes tienen que saber -o espero que sepan- que ese Cuerpo Rector se debe a sus dueños o constituyentes, pues son los que legitiman su función en la silla que ocupan. Y es a la Junta de Directores a la que le compete este tipo de decisión, previo a la celebración de una Asamblea. Ante esta gran verdad, era responsabilidad de la Junta de Directores comparecer ante los representantes de los dueños del capital con una respuesta concreta sobre ese tema. ¿O acaso no esperaban una pregunta tan obvia? Las evasivas, las excusas, a ese nivel, son nefastas, imperdonables e inconcebibles, pues se proyectan muchas cosas, excepto, cumplimiento con los deberes del cargo que se les encomendó a los directivos y respeto hacia quienes nos debemos. Definitivamente, la Junta de Directores, en este asunto, no actuó con el cuidado que se le exige a un buen padre de familia. ¿Habrán tenido tiempo estos Directivos para leer e interpretar, en conjunto, la Ley Orgánica que deben cumplir? ¿Existirá una política interna en COSSEC para lograr que cada nuevo funcionario, sea de director de Junta, ejecutivo o empleado, se forme integralmente, previo a descargar sus funciones?
Indiscutiblemente nuestro país ha sido testigo de un sinnúmero de eventos en los cuales se evidencia la falta de cumplimiento por parte de funcionarios públicos o privados de sus deberes fiduciarios; también, se ha visto cómo muchísimas entidades han perdido su norte, o sea, los propósitos que validan su existencia. Ambos tristes casos tienen su génesis en una carencia de estudio real y consciente de la entidad que se dirige, su función, su regulación, sus circunstancias, y su historia, por mencionar algunas ramificaciones.
Esto, nos pone de manifiesto la necesidad de que todo directivo de entidad, conozca a cabalidad los fines y propósitos de su empresa, así como las necesidades y circunstancias de sus constituyentes. Y no basta nunca con conocerlas. Resulta indispensable revisarlas y discutirlas en grupo cuantas veces sea necesario, para asegurarnos que todos los directivos conocen correctamente el significado de lo que son los fundamentos en los que se erigió la entidad que hoy, privilegiadamente, representan.
El ejercicio de revisitar la legislación y reglamentación que nos obliga, para estudiarlas o simplemente recordarlas, y para analizar si las estamos cumpliendo a cabalidad, se impone. No pueden permitir los directivos que terceros los juzguen desde las gradas y pongan en entredicho su cumplimiento con el deber fiduciario que tienen, por esa falta de diligencia, pues la percepción siempre será más dura que la misma verdad. ¡Hay que enfocarse para lograr las metas propuestas! La gente a quienes se les debe no merece menos, y Puerto Rico tampoco. ¡Y por eso yo canto mi verdad, a capela!
Que esto nos ocurra, como personas, resulta nefasto. Cuando le ocurre a una organización, es caótico, pues el impacto nocivo en las muchísimas personas que la componen, dependen de ella y creen en ella, trasciende exponencialmente.
Recientemente fui invitado y asistí a la Asamblea Anual Informativa de COSSEC. COSSEC es una corporación pública del Gobierno de Puerto Rico, que se creó por una ley, para que fungiera como regulador y asegurador de las cooperativas de ahorro y crédito del País, para darle seguridad al Pueblo de que sus dineros en las cooperativas están protegidos. Posteriormente, una nueva ley, le adscribió a sus responsabilidades la supervisión de las cooperativas generales, aunque a estas no las asegura. Los fondos públicos que maneja esta entidad provienen exclusivamente de aportaciones a su capital y el pago de primas del seguro de acciones y depósitos, que realizan las cooperativas de ahorro y crédito; el Gobierno no aporta dinero para su operación. Su ley orgánica obliga a COSSEC a, anualmente, realizar una asamblea informativa a la cual acuden representantes de las cooperativas aseguradas, para que estas conozcan formalmente los resultados operacionales de esta entidad y conozcan su estado financiero y su capacidad para poder afrontar cualquier reclamación al seguro de acciones y depósitos.
La Asamblea, visualmente, me resultó muy elegante; tan es así, que me remonté a las suntuosas convenciones anuales de la Cámara de Comercio. Los invitados, de seguro, en general, lo pasaron bien. De hecho, resalto con satisfacción la oportunidad de ver a muchísimos representantes de las cooperativas expresándole libremente sus preocupaciones a su propio regulador y brindándole a este sus recomendaciones sobre aquellos asuntos que las retan día a día. Por su parte, los organizadores de la Asamblea con toda probabilidad se sintieron orgullosos al ver cómo transcurría satisfactoriamente su evento. Sin embargo, durante la celebración de esta Asamblea ocurrieron algunas situaciones que me impactaron. Al analizarlas cuidadosamente, me siento obligado a descorrer lo que fue percibido por los presentes de lo que realmente las causó, para poder, desde las entrañas del asunto, intentar conocer lo que realmente motiva que ocurran estos sucesos, y las implicaciones futuras, si el camino no se define y se realizan los ajustes necesarios.
Mi profesión legal y mi formación intelectual -y, porque no, también, la cooperativista- me han impuesto una rigurosidad de criterio, que me hace analizar todo evento organizacional en cuanto a si el mismo es cónsono o no con los fines y propósitos de la entidad que los protagoniza. Y quienes me conocen, saben de mi rigurosidad analítica y de opinión cuando percibo que los actos institucionales de una organización se separan de aquellos postulados que se instituyeron como razones primarias para su existencia, por lo cual, cumplirlos no es opcional.
Entiendo que la realidad pública de COSSEC la expone a cambios administrativos seguidos, lo cual provoca que sus dirigentes cambien, conforme cambia la administración gubernamental del momento. Y muchas veces, el asunto se agudiza, pues los dirigentes que se designan no conocen e inclusive no son parte de los más de 800,000 puertorriqueños que conforman el Movimiento Cooperativista. Por lo cual, ellos y ellas desconocen de primera mano los fines y propósitos de una cooperativa y los de la propia Corporación, más están ajenos y ajenas a las fortalezas, debilidades y retos que tiene este importante sector económico del País. Esta carencia de conocimiento “de adentro” afecta la debida y asertiva toma de decisiones, para beneficio del propio modelo cooperativo y la influencia que deben protagonizar los dirigentes, sobre cada uno de los miembros del andamiaje regulador, para que estos y estas conozcan la razón de ser de una cooperativa en su pueblo o comunidad, su función dentro del Sistema Cooperativo y la interrelación de cada una de las cooperativas que conforman el Sistema, con su participación en el desarrollo socioeconómico del País. Además, todos los representantes de COSSEC tienen que cabalmente conocer los retos y las amenazas que afrontan las cooperativas para prestar sus servicios, y ellos y ellas, con su pericia técnica, tienen que servirles como protectores del Sistema Cooperativo; hacer otra tarea, es validar la ilegitimidad. Sin menospreciar las capacidades profesionales, las buenas intenciones y el celo que los administradores de COSSEC pueden tener, si no conocen las particularidades cooperativas, sus intenciones, simplemente se trastocan, y es inevitable, y resulta lamentable, y hasta un tanto delicado, ver las consecuencias. Hemos sido testigos, de tiempo en tiempo, del desfase en la eficiencia administrativa y en la capacidad de influencia que el liderato administrativo de turno tiene sobre los demás empleados de COSSEC. O sea, que todos, jefes y subalternos, se convierten en cautivos de la deficiencia del sistema, por lo cual, el desconocimiento de la idiosincrasia cooperativa reina y desenfoca los propósitos públicos del ente regulador y asegurador, y carecen las obligadas estrategias articuladas que deben existir para su sostenimiento. Desde mi punto de vista, esto es preocupante y alarmante.
Estas razones y quizás muchas otras que se me escapan, fueron las que provocaron que durante la parte protocolaria de la Asamblea, la organización anfitriona, o sea, el regulador del Movimiento Cooperativo, presentó como Himno de la Cooperación, una canción totalmente desconocida para los invitados y, obviamente, para ellos y ellas. Este lamentable incidente, indiscutiblemente, fue provocado por el desconocimiento total de la idiosincrasia cooperativa por parte de la dirección gerencial de la entidad. ¡No conocen ni tan siquiera el Himno! No existe mayor explicación; otra, menos creíble, sería la falta de diligencia en la organización per se del evento, de haber realizado una prueba de sonido, previo a comenzar la actividad. Sin embargo, no solo yo, también los que testificaron el penoso incidente están convencidos de que no fue un error causado por la falta de diligencia de cualquier organizador, pues en principio reinó la certeza de la presentación correcta y planificada de un aparente Himno de la Cooperación. A fin de cuentas, el resultado fue que quedó al descubierto la realidad de que la actual dirigencia desconoce completamente una parte de la esencia cooperativa: su Himno.
¡Sálvanos, Divina Pastora!
Así también, fui testigo cuando un delegado de una de las cooperativas reguladas y aseguradas preguntó si se decretarían dividendos a los dueños del capital, o sea, a las cooperativas, sobre las economías que tuvo COSSEC el año anterior. La respuesta que provocó la pregunta se expresó luego de una desatinada reivindicación del incidente del equivocado himno, con la presentación a destiempo del real y querido Himno de la Cooperación, y dicha respuesta fue que aún la Junta no había decidido ese asunto. La respuesta dejó a los presentes más perplejos que cuando se les presentó como himno una desconocida canción. ¡Quizás hubiera sido mejor que nos lo cantaran a capela!
El desconcierto se agudiza, pues la Corporación tiene una Junta de Directores, que inclusive, casi la mitad de sus miembros son representantes de las cooperativas, y todos sus componentes tienen que saber -o espero que sepan- que ese Cuerpo Rector se debe a sus dueños o constituyentes, pues son los que legitiman su función en la silla que ocupan. Y es a la Junta de Directores a la que le compete este tipo de decisión, previo a la celebración de una Asamblea. Ante esta gran verdad, era responsabilidad de la Junta de Directores comparecer ante los representantes de los dueños del capital con una respuesta concreta sobre ese tema. ¿O acaso no esperaban una pregunta tan obvia? Las evasivas, las excusas, a ese nivel, son nefastas, imperdonables e inconcebibles, pues se proyectan muchas cosas, excepto, cumplimiento con los deberes del cargo que se les encomendó a los directivos y respeto hacia quienes nos debemos. Definitivamente, la Junta de Directores, en este asunto, no actuó con el cuidado que se le exige a un buen padre de familia. ¿Habrán tenido tiempo estos Directivos para leer e interpretar, en conjunto, la Ley Orgánica que deben cumplir? ¿Existirá una política interna en COSSEC para lograr que cada nuevo funcionario, sea de director de Junta, ejecutivo o empleado, se forme integralmente, previo a descargar sus funciones?
Indiscutiblemente nuestro país ha sido testigo de un sinnúmero de eventos en los cuales se evidencia la falta de cumplimiento por parte de funcionarios públicos o privados de sus deberes fiduciarios; también, se ha visto cómo muchísimas entidades han perdido su norte, o sea, los propósitos que validan su existencia. Ambos tristes casos tienen su génesis en una carencia de estudio real y consciente de la entidad que se dirige, su función, su regulación, sus circunstancias, y su historia, por mencionar algunas ramificaciones.
Esto, nos pone de manifiesto la necesidad de que todo directivo de entidad, conozca a cabalidad los fines y propósitos de su empresa, así como las necesidades y circunstancias de sus constituyentes. Y no basta nunca con conocerlas. Resulta indispensable revisarlas y discutirlas en grupo cuantas veces sea necesario, para asegurarnos que todos los directivos conocen correctamente el significado de lo que son los fundamentos en los que se erigió la entidad que hoy, privilegiadamente, representan.
El ejercicio de revisitar la legislación y reglamentación que nos obliga, para estudiarlas o simplemente recordarlas, y para analizar si las estamos cumpliendo a cabalidad, se impone. No pueden permitir los directivos que terceros los juzguen desde las gradas y pongan en entredicho su cumplimiento con el deber fiduciario que tienen, por esa falta de diligencia, pues la percepción siempre será más dura que la misma verdad. ¡Hay que enfocarse para lograr las metas propuestas! La gente a quienes se les debe no merece menos, y Puerto Rico tampoco. ¡Y por eso yo canto mi verdad, a capela!