Hace como 2 horas escuché en las noticias al Gobernador, en actitud de líder dictatorial, decir que él no estaba a favor de aumentar la edad de 18 años, para venderle bebidas alcohólicas a los jóvenes, a menos que haya alguna legislación adicional (obviamente, federal) que obligue a no darle una M-16 a los jóvenes, en obvia referencia al registro militar obligatorio y a la edad en que los jóvenes pueden ingresar a las fuerzas armadas, y así estar en condición de matar en cualquier guerra.
Obviamente, el Gobernador, al hablar así, se expresa como burdo político que coquetea con los votos de la juventud y sabe que si aprueba una legislación de ese nivel, se echaría a muchos de estos incipientes bebedores en su contra, los cuales votan y le ayudan a hacer comparsa en las avanzadas políticas que, por cierto, ya mismo comenzará a reclutar.
¿Pero acaso no es obligación del Gobernador, como máximo líder del Estado, velar por el bienestar de sus constituyentes, sin pensar en repercusiones políticas? Si bien lo que el Gobernador dijo luego, es totalmente correcto, en lo relacionado a que son los padres los primeros en vigilar el comportamiento y las acciones de sus hijos menores de edad, y que los comercios tienen la obligación de no venderles bebidas embriagantes a estos muchachos, no es menos cierto que la realidad es que muchos padres y muchísimos comercios están siendo negligentes en sus responsabilidades. Y eso el Gobernador lo sabe. Y también sabe el Gobernador que cuando una estructura social falla, el Gobierno está obligado a entrar y regular el comportamiento y orden social para ajustar a esa parte de la población que afecta con sus actos el bienestar de la población. Así que despachar el asunto, con una analogía tan irrelevante e inoficiosa como el hecho de que la edad para hartarse de ron y la edad para tener en las manos una M-16 son las mismas, no resuelve esta penosa situación social en la que todos y todas sabemos que muchos de nuestros jóvenes están viviendo unas conductas altamente dañinas con el abuso de alcohol y las drogas. Sabe el Gobernador y sabemos todos también, que los padres de estos menores están mirando para el cielo y los dueños de barras para el suelo.
Permítame decirle, Señor Gobernador, que si bien la edad es la misma, antes de el Estado entregarle la M-16 en las manos al jóvenes para matar, lo educa y le enseña cómo usarla, incluyendo el cómo no matarse con la propia arma. Pero que yo sepa, en ninguna escuela ni dependencia gubernamental se entrena a los menores a cómo consumir alcohol, pues ya han llegado a los 18 años. Así que por favor, como líder máximo del Estado, yo merezco de usted, una respuesta y una solución que esté más a la altura que le exige la posición que usted ostenta.
Señor Gobernador, nuestro País está en un lodazal social de tal envergadura, que lo menos que necesita es un liderato tan pobre como el que usted ejerce, de vez en cuando y de cuando en vez (muchas veces y rapidito, diría yo). Tampoco merecemos que haga un despliegue de estrategia política tan calculadora como la que acabó usted de utilizar esta tarde para despachar este importante asuntaje.
Lléveme suave, para entenderlo. Se lo suplico.
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Obviamente, el Gobernador, al hablar así, se expresa como burdo político que coquetea con los votos de la juventud y sabe que si aprueba una legislación de ese nivel, se echaría a muchos de estos incipientes bebedores en su contra, los cuales votan y le ayudan a hacer comparsa en las avanzadas políticas que, por cierto, ya mismo comenzará a reclutar.
¿Pero acaso no es obligación del Gobernador, como máximo líder del Estado, velar por el bienestar de sus constituyentes, sin pensar en repercusiones políticas? Si bien lo que el Gobernador dijo luego, es totalmente correcto, en lo relacionado a que son los padres los primeros en vigilar el comportamiento y las acciones de sus hijos menores de edad, y que los comercios tienen la obligación de no venderles bebidas embriagantes a estos muchachos, no es menos cierto que la realidad es que muchos padres y muchísimos comercios están siendo negligentes en sus responsabilidades. Y eso el Gobernador lo sabe. Y también sabe el Gobernador que cuando una estructura social falla, el Gobierno está obligado a entrar y regular el comportamiento y orden social para ajustar a esa parte de la población que afecta con sus actos el bienestar de la población. Así que despachar el asunto, con una analogía tan irrelevante e inoficiosa como el hecho de que la edad para hartarse de ron y la edad para tener en las manos una M-16 son las mismas, no resuelve esta penosa situación social en la que todos y todas sabemos que muchos de nuestros jóvenes están viviendo unas conductas altamente dañinas con el abuso de alcohol y las drogas. Sabe el Gobernador y sabemos todos también, que los padres de estos menores están mirando para el cielo y los dueños de barras para el suelo.
Permítame decirle, Señor Gobernador, que si bien la edad es la misma, antes de el Estado entregarle la M-16 en las manos al jóvenes para matar, lo educa y le enseña cómo usarla, incluyendo el cómo no matarse con la propia arma. Pero que yo sepa, en ninguna escuela ni dependencia gubernamental se entrena a los menores a cómo consumir alcohol, pues ya han llegado a los 18 años. Así que por favor, como líder máximo del Estado, yo merezco de usted, una respuesta y una solución que esté más a la altura que le exige la posición que usted ostenta.
Señor Gobernador, nuestro País está en un lodazal social de tal envergadura, que lo menos que necesita es un liderato tan pobre como el que usted ejerce, de vez en cuando y de cuando en vez (muchas veces y rapidito, diría yo). Tampoco merecemos que haga un despliegue de estrategia política tan calculadora como la que acabó usted de utilizar esta tarde para despachar este importante asuntaje.
Lléveme suave, para entenderlo. Se lo suplico.
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