Les conté de su carácter fuerte. Era buenísima, pero, para comenzar cualquier discusión, ella estaba muy dispuesta.
Les conté, también, que, en su trayectoria profesional está haber administrado una complejo residencial privado en Rincón.
Siempre fue muy buena en lo que hacía, pero, para hacerlo bien, para administrar todo aquel complejo, tenía que ser muy estricta en su función. Ello, no la convertía en un bombón dulce. Muchos, la detestaban.
Residentes de ese complejo, la amaban, le llevaban plátanos, verduras, pasteles, pero, otros, como los que viven al margen de las reglas, resentían su estricto trabajo. Así que esos últimos, le llegaron a hacer algunos piquetes frente a su oficina. Con cartelones y todo.
Sí, pi-que-tes. A Milagros.
Mi abuela Folla decía que si te metías con la chusma, te enredarían en su chusmería. Mi abuela era la changa; directa, sabia. De hecho, Millie, que le decía «Tití» a Folla -como yo le digo a la mamá de Millie- tenía mucho parecido con mi abuela. Millie admiraba a Folla, y Folla la consentía, pero, ambas tenían un carácter muy parecido. Por eso, se amaban tanto.
En fin, ¡dejo a Folla, qué divago!
Entre uno que otro pi-que-te una residente del Complejo, tuvo una reunión con Millie, y parece que la cosa se formó y discutieron. Y la chusma, perdón, la residente, se fue al Cuartel de la Policía y acusó a Millie de haberle alterado su paz, porque se agarró una teta. No se si Millie le dijo: «¿tú quieres que te apruebe eso? ¡esta es!», agarrándose una de sus discretas mamas. Realmente, eso no lo sé. Pero, sí fue un hecho que, la mujer, indignada con la teta, o solo con Millie, o con ambas, la denunció.
¡Y ahí se formó! Ante la denuncia, Millie tuvo que ir al Tribunal a defenderse. Tendría yo 13 o 14 años.
Y todo hubiera pasado como un caso más, sino hubiese sido porque en el oeste, en aquel entonces, existían dos estaciones de TV que le compraban tiempo a Wapa y a Telemundo y tenían sus propias noticias «del oeste» por 10 minutos. A las 5:50, se conectaban, si mi memoria no falla. Es por eso que, por dos semanas, la teta de Millie estuvo en la palestra; expuesta. «¿Es cierto que usted se la agarró?», fue una de las preguntas que Millie tuvo que enfrentar. ¡Embuste! Nunca le preguntaron eso.
Nada, que todo terminó bien para Millie, pues, Millie nunca hizo nada de lo que se le acusó; que fue un invento de la residente, y Millie no fue acusada de nada.
Pero, fue un buen mal rato, y la publicidad de la teta tuvo efectos muy profundos, más que para Millie, en Tití y Folla, esas dos hermanas impolutas, que por sus hijos eran capaz de arrancarle un ojo a quien fuera. Pero, tampoco pasó nada, no hubo venganzas, ni ojos de nadie en el piso; solo pasaron la vergüenza del momento y rezaron para que nadie recordara nunca más ese amargo suceso. Sin pensar, que hoy, yo estuviera reviviéndolo, en mi empeño por recordar a Millie como una gran mujer, la mejor prima y mejor consentidora del mundo mundial.
Mañana, enterraremos su cuerpo, pero, no su vida.
Les conté, también, que, en su trayectoria profesional está haber administrado una complejo residencial privado en Rincón.
Siempre fue muy buena en lo que hacía, pero, para hacerlo bien, para administrar todo aquel complejo, tenía que ser muy estricta en su función. Ello, no la convertía en un bombón dulce. Muchos, la detestaban.
Residentes de ese complejo, la amaban, le llevaban plátanos, verduras, pasteles, pero, otros, como los que viven al margen de las reglas, resentían su estricto trabajo. Así que esos últimos, le llegaron a hacer algunos piquetes frente a su oficina. Con cartelones y todo.
Sí, pi-que-tes. A Milagros.
Mi abuela Folla decía que si te metías con la chusma, te enredarían en su chusmería. Mi abuela era la changa; directa, sabia. De hecho, Millie, que le decía «Tití» a Folla -como yo le digo a la mamá de Millie- tenía mucho parecido con mi abuela. Millie admiraba a Folla, y Folla la consentía, pero, ambas tenían un carácter muy parecido. Por eso, se amaban tanto.
En fin, ¡dejo a Folla, qué divago!
Entre uno que otro pi-que-te una residente del Complejo, tuvo una reunión con Millie, y parece que la cosa se formó y discutieron. Y la chusma, perdón, la residente, se fue al Cuartel de la Policía y acusó a Millie de haberle alterado su paz, porque se agarró una teta. No se si Millie le dijo: «¿tú quieres que te apruebe eso? ¡esta es!», agarrándose una de sus discretas mamas. Realmente, eso no lo sé. Pero, sí fue un hecho que, la mujer, indignada con la teta, o solo con Millie, o con ambas, la denunció.
¡Y ahí se formó! Ante la denuncia, Millie tuvo que ir al Tribunal a defenderse. Tendría yo 13 o 14 años.
Y todo hubiera pasado como un caso más, sino hubiese sido porque en el oeste, en aquel entonces, existían dos estaciones de TV que le compraban tiempo a Wapa y a Telemundo y tenían sus propias noticias «del oeste» por 10 minutos. A las 5:50, se conectaban, si mi memoria no falla. Es por eso que, por dos semanas, la teta de Millie estuvo en la palestra; expuesta. «¿Es cierto que usted se la agarró?», fue una de las preguntas que Millie tuvo que enfrentar. ¡Embuste! Nunca le preguntaron eso.
Nada, que todo terminó bien para Millie, pues, Millie nunca hizo nada de lo que se le acusó; que fue un invento de la residente, y Millie no fue acusada de nada.
Pero, fue un buen mal rato, y la publicidad de la teta tuvo efectos muy profundos, más que para Millie, en Tití y Folla, esas dos hermanas impolutas, que por sus hijos eran capaz de arrancarle un ojo a quien fuera. Pero, tampoco pasó nada, no hubo venganzas, ni ojos de nadie en el piso; solo pasaron la vergüenza del momento y rezaron para que nadie recordara nunca más ese amargo suceso. Sin pensar, que hoy, yo estuviera reviviéndolo, en mi empeño por recordar a Millie como una gran mujer, la mejor prima y mejor consentidora del mundo mundial.
Mañana, enterraremos su cuerpo, pero, no su vida.