Ha muerto un líder, bueno o malo, un líder. Terrible para unos, bondadoso para otros, amado por muchos, odiado por miles. Sin embargo, ha muerto un hijo, un padre, un esposo, un amante, un amigo, un vecino, un colega, un jefe, en fin, un ciudadano, que con su destreza lo conoció mucha gente y dirigió a millones. Les confieso que su muerte no me conmueve, pues no siempre me dirigen los sentimientos, pero de ahí a alegrarme de su partida terrenal, hay un gran trecho. Ante su muerte, me ATERRA leer cómo algunos se alegran, se mofan y hasta se sienten satisfechos por su muerte. Se muestran como quien saldara una cuenta con un viejo enemigo. Pero total, pendejos son, pues ellos no pelearon con ese enemigo que acaba de perder. La combatiente fue una enfermedad, una terrible; esa fue la que le ganó al líder amado, al odiado, o al temido. Si alguna lección pudiera mostrar la muerte de Chávez, es que no hay peor enemigo que una ENFERMEDAD y no hay una mejor amiga que la SALUD; por más constructores o detractores que seamos como seres humanos. Nadie merece morir por más incapaz que sea; simplemente, merece ser removido del lugar al que se le ascendió, si daño causa. Tampoco nadie merece desearle la muerte a otro ser humano, pues el karma es terrible. Aparte que Dios, aunque es AMOR, a veces nos pudiera aleccionar con vara y fuete. Amig@s reflexionemos sobre cómo nuestras acciones afectan nuestro mundo, nuestras ideas y pensamientos, son mensajes que le enviamos al Universo y son la energía negativa, en masa, la que nos mueve como pueblo. Estoy seguro que quienes así piensan son los principales aportadores de la mierda que cada día vemos en el accionar cotidiano de nuestros compatriotas; la mierda que nos apesta; la que repelemos muchos silentemente. Sin embargo, tenemos la obligación de detenernos a oler nuestros pensamientos y nuestras vibras y aportaciones que le regalamos al País. Quizá Chávez no fue tan destructor de su pueblo, como lo son para el nuestro, quienes hoy les alegra su muerte. Perdonen mi lenguaje florido, pero así soy: genuino y pasionado. Y si algo conservo es mi capacidad de indignación, pues el día que la pierda, me silenciaré yo mismo.
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Raúl CarreroAbogado-Notario Archives
October 2022
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