¡Tu «Presidente Cadillac» está muy triste, desde que supo que te fuiste para no volver, Petra!
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Tan distinta al yagrumo, contigo nunca hubo ambages, pues, eras la misma en la cima y también en el llano.
Tus abrazos fueron siempre tan fuertes como tus convicciones. Y tus carcajadas tan sonoras como tu nobleza.
Tu energía, necesaria para propiciar la unión y la solidaridad que hace tanta falta en los círculos a los que pertenecías, estoy seguro que se transformará en susurros de empatía y en brisas de amor.
De seguro, Marta brindará risueña esta noche. A tu lado.
Te despido, pero, nunca olvidaré -y siempre daré gracias- por tu cariño, por tu confianza, por simplemente creer en mí, por adularme, por darme más ganas y, por tus abrazos, ¡ay, tus abrazos! Eran ricos, y creo que nunca te lo dije.
Los traguitos, los pinchos y las conversaciones informales, apoyados en el baúl de un carro estacionado en Hato Rey, fueron complicidad… y fueron momentos que también nos ataron en hermandad.
Te dejo ir… ve en paz… encuéntrate con tus amores… vive en la eternidad… y te confieso que saber que gozaste -como tú sabías- antes de morir, me sacó una sonrisa. Y saber que moriste en tu casita de Aguadilla, me confirma que todo en esta vida tiene un orden perfecto.
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Aquellos que lean este escrito, pero, no la conocieron, sepan que esta mañana, murió la señora Petra González, conocida como Petri, una puertorriqueña cabal, una servidora pública jubilada y una activa líder cooperativista, solidaria, recta y transparente. A quien conocí hace 20 años, y desde entonces, nos apreciamos, y quien me apoyó en mi desarrollo social y también profesional.
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Tan distinta al yagrumo, contigo nunca hubo ambages, pues, eras la misma en la cima y también en el llano.
Tus abrazos fueron siempre tan fuertes como tus convicciones. Y tus carcajadas tan sonoras como tu nobleza.
Tu energía, necesaria para propiciar la unión y la solidaridad que hace tanta falta en los círculos a los que pertenecías, estoy seguro que se transformará en susurros de empatía y en brisas de amor.
De seguro, Marta brindará risueña esta noche. A tu lado.
Te despido, pero, nunca olvidaré -y siempre daré gracias- por tu cariño, por tu confianza, por simplemente creer en mí, por adularme, por darme más ganas y, por tus abrazos, ¡ay, tus abrazos! Eran ricos, y creo que nunca te lo dije.
Los traguitos, los pinchos y las conversaciones informales, apoyados en el baúl de un carro estacionado en Hato Rey, fueron complicidad… y fueron momentos que también nos ataron en hermandad.
Te dejo ir… ve en paz… encuéntrate con tus amores… vive en la eternidad… y te confieso que saber que gozaste -como tú sabías- antes de morir, me sacó una sonrisa. Y saber que moriste en tu casita de Aguadilla, me confirma que todo en esta vida tiene un orden perfecto.
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Aquellos que lean este escrito, pero, no la conocieron, sepan que esta mañana, murió la señora Petra González, conocida como Petri, una puertorriqueña cabal, una servidora pública jubilada y una activa líder cooperativista, solidaria, recta y transparente. A quien conocí hace 20 años, y desde entonces, nos apreciamos, y quien me apoyó en mi desarrollo social y también profesional.