¡Si supieras! …estoy acá en Rincón, desde ayer… fui a ver a Papi hoy, en la tarde… y me dijo que estaba lavando ropa… ¿tú puedes creer cosa sin igual? Bueno… pero, él está bien… hablamos un rato… estaba un poco triste, pero, llegó visita… ¡y se activó! ¡Hasta pitorro le metió a media visita!
Me fui al buen rato… y vine a un lugar chulo en las montañas de Aguada, desde donde se ve Añasco… es al lado del restorán que venden conejo… ¿recuerdas cuándo todos vinimos en 3 carros, y no pudimos ni bajarnos porque estaba lleno? Y nos fuimos de allí y terminamos comiendo chillo frito… ¡pues, cerca de ahí!
Es un sitio lindo… solo que el ambiente se hizo muy especial, pues, esperaban a unos que reservaron varias mesas, ya que se reunía una clase graduada… ¡era la clase del ‘90!
¿Y entonces?
Pues, resulta que tú le diste clase de matemáticas a la mitad, cuando estaban en quinto grado… y sucedió algo que no esperé… comenzaron varios a acercarse a mi -sin yo pensarlo- y me abrazaban y me decían al oído, lo mucho que sentían que te hubieras marchado… y de seguido, me decían lo buena maestra que fuiste… lo especial que fuiste… lo mucho que te querían… Es como si entre ellos, se dijeran que yo estaba aquí… y venían…
Una, muy especial, me dijo que fuiste tú quien le hizo aprender matemáticas y que gracias a ti, las usa para su beneficio hoy día. Para ella, tú le marcaste la vida, como buena maestra. Te quiere.
Otra, me dijo que te había visto hace unas semanas atrás… en Walgreens… ¿Mami, qué tu hacías en Walgreens? En fin… me dijo que te había saludado… y que tú te acordaste de ella… me contó lo lindo que fue su experiencia en tu salón. Me confesó que, como esa escuela era pequeña -la Octavio Cumpiano en Cruces-, en tu salón estaba el timbre… ¡eso no lo sabía! …y que tú los turnabas a ellos, para que todos, tuvieran el privilegio de tocar el timbre. La que me lo contó -de nombre Zaida- me dijo que un día logró tocar el timbre antes de tiempo, y tu la regañaste.
O sea… que queriendo escapar un poco de tu ausencia, tuve mucho de tu esencia…
¡Te amo!
¡Qué orgullo conocer de todas esas anécdotas que desconocía!
Me fui al buen rato… y vine a un lugar chulo en las montañas de Aguada, desde donde se ve Añasco… es al lado del restorán que venden conejo… ¿recuerdas cuándo todos vinimos en 3 carros, y no pudimos ni bajarnos porque estaba lleno? Y nos fuimos de allí y terminamos comiendo chillo frito… ¡pues, cerca de ahí!
Es un sitio lindo… solo que el ambiente se hizo muy especial, pues, esperaban a unos que reservaron varias mesas, ya que se reunía una clase graduada… ¡era la clase del ‘90!
¿Y entonces?
Pues, resulta que tú le diste clase de matemáticas a la mitad, cuando estaban en quinto grado… y sucedió algo que no esperé… comenzaron varios a acercarse a mi -sin yo pensarlo- y me abrazaban y me decían al oído, lo mucho que sentían que te hubieras marchado… y de seguido, me decían lo buena maestra que fuiste… lo especial que fuiste… lo mucho que te querían… Es como si entre ellos, se dijeran que yo estaba aquí… y venían…
Una, muy especial, me dijo que fuiste tú quien le hizo aprender matemáticas y que gracias a ti, las usa para su beneficio hoy día. Para ella, tú le marcaste la vida, como buena maestra. Te quiere.
Otra, me dijo que te había visto hace unas semanas atrás… en Walgreens… ¿Mami, qué tu hacías en Walgreens? En fin… me dijo que te había saludado… y que tú te acordaste de ella… me contó lo lindo que fue su experiencia en tu salón. Me confesó que, como esa escuela era pequeña -la Octavio Cumpiano en Cruces-, en tu salón estaba el timbre… ¡eso no lo sabía! …y que tú los turnabas a ellos, para que todos, tuvieran el privilegio de tocar el timbre. La que me lo contó -de nombre Zaida- me dijo que un día logró tocar el timbre antes de tiempo, y tu la regañaste.
O sea… que queriendo escapar un poco de tu ausencia, tuve mucho de tu esencia…
¡Te amo!
¡Qué orgullo conocer de todas esas anécdotas que desconocía!